Origen y conexión del cannabis con culturas ancestrales.

Aunque la localización exacta es imposible, los investigadores coinciden en que el cáñamo provino originalmente del continente asiático. Excavaciones arqueológicas en Japón muestran que las semillas de la planta de cáñamo han sido recolectadas allí desde al menos hace 10.000 años. Las semillas de Cannabis carbonizada, encontradas al interior de un brasero ritual en un antiguo cementerio de la actual Rumania, hacen suponer que su humo se inhalaba desde el tercer milenio antes de Cristo. Se cree que también fue utilizada por los antiguos hindúes y los asirios que la usaban con fines religiosos, costumbre que parece existir en otras partes del mundo. La presencia de mariguana en un entierro chino, induce a pensar que igualmente éstos la usaron. Una referencia muy antigua a la mariguana en la literatura occidental, aparece en la obra del científico judío portugués del Renacimiento, García da Orta, publicada en 1563. El autor describe los efectos del bangue (que no es otra cosa que la mariguana) como placenteros; algunos ríen tontamente, se olvidan de sus trabajos, están sin preocupaciones y pueden dormir.
En 1580, Prosper Alpinus estuvo en Egipto para hacer su libro sobre la medicina egipcia. Ahí narra que las preparaciones de cáñamo producían alegría, locuacidad y toda clase de extravagancias; pasado el tiempo, devenían en melancolía, laxitud y sueño. De hecho, se cuenta que un hombre bajo los efectos de la mariguana, agredió a Napoleón Bonaparte en su campaña por Egipto.
Siguiendo la génesis de la planta es posible descubrir su relación con el chamanismo y el misticismo en las primeras civilizaciones, donde las creencias animistas se enlazaban con la naturaleza en búsqueda de salud y bienestar, está registrado que los nómadas fueron llevando la planta hacia diversas localidades: China, India, Persia, Mongolia, una parte de Europa. Se habla de que los primeros dealers involuntarios pudieron haber sido los Yamna, un pueblo errante prehistórico que tenía gran movilidad sobre la estepa y que se extendió en esta zona. Hay pruebas de que hace diez mil años, en el último periodo glaciar, el cáñamo ya estaba instalado en la vida de algunos seres humanos. ¿La evidencia? Fibra de cannabis encontrada en una vasija en Taiwán que se calcula es del principio del Neolítico (12.000 – 5000 AC). se registran descubrimientos arqueológicos relacionados con cannabis en China, en el norte de Grecia y también en el norte de Italia, así como en el Mediterráneo occidental. Del periodo Calcolítico (entre el Neolítico y la Edad de Bronce) es el entierro femenino conocido como “El Abrigo de los Carboneros”, en Murcia, España, donde se ubicó a una mujer, tumbada sobre tablones de madera de nogal, con el cuerpo cubierto por una estera de cáñamo y la cabeza envuelta con una venda del mismo material. Otra de las historias más interesantes de entierros cannábicos que se han confirmado gracias a la tecnología actual aplicada a la antropología, es la de la princesa Ukok, una figura de gran importancia y poder, venerada por los habitantes de las montañas de Altái durante la Edad de Bronce (e incluso hasta nuestros días), quien pertenecía a la Pazyryk, sociedad ecuestre y nómada ubicada en el suroeste de Siberia, cerca de las fronteras con China y Mongolia. En ella vivía esta joven chamana que podría haber padecido osteomielitis (infección de la médula ósea y el hueso) desde la adolescencia; además, el análisis del cadáver preservado en el hielo ha indicado que la princesa comenzó a padecer cáncer de mama a sus 20 años. Sus tumores crecieron, sufrió una metástasis y entre los 25 y los 28 años de edad falleció. Seguramente ambos padecimientos le generaban dolor e incapacidad y se piensa que consumía cannabis para aligerarlos. En su tumba se encontró un envase que contiene hojas, flores y semillas de cannabis, al igual que en otros sepulcros cercanos. Previo a este hallazgo, entre 1929 y 1949, el antropólogo ruso Sergei Rudenko llevó a cabo una serie de excavaciones en la región Pazyryk y descubrió sepulturas que contenían un “kit personal para quemar cáñamo” con signos de desgaste, junto a artículos de uso diario, tales como armas y herramientas, lo que indica que habrían sido utilizados con frecuencia. En ellos había una estructura de fieltro y cuero en forma de tipi sujeto por seis palos, acompañada por unos pequeños braseros de bronce y bolsas de cuero llenos de piedras y semillas de cannabis y de plantas aromáticas. De esta era son también los templos del complejo arqueológico Bactria-Marguiana, ubicado en Turkmenistán, al norte de Afganistán y sur de Uzbekistán, donde en una habitación privada se encontraron tres vasijas de cerámica que contenían rastros de efedrina y cannabis. En la pequeña población llamada Hallstatt, situada en Austria central, se encontraron cientos de tumbas en donde se ha descubierto que se quemaba y se consumía su humo para alcanzar estados alterados de conciencia en el transcurso de determinados rituales de iniciación. Y así, nuestra amiga verde pasó de Rumania a Egipto, a la India y a Nepal. Se han encontrado pipas con restos de cáñamo en asentamientos de pueblos galos de Irlanda (dos mil años antes de la llegada del tabaco). En China, recientemente se ubicó en un antiguo cementerio Jiayi de Turfán, al noroeste del país, la tumba de un hombre que murió hace entre 2,500 y 2,800 años. Lo encontraron cubierto con una mortaja en la que se emplearon 13 plantas completas de marihuana. A pesar de que existen diversas teorías acerca de la fecha exacta en la que aparecieron por primera vez los humanos en el continente americano, en general se cree que se produjo hace unos 14 000 años, cuando varios grupos emigraron a través del estrecho de Bering desde Asia, lugar de origen del cannabis. Los restos arqueológicos de cannabis más antiguos que se conocen se encontraron en Taiwán y datan de hace unos 10 000 años, mientras que los restos americanos más antiguos datan del año 3000 a. C. No se sabe con certeza cuando llegó la Cannabis indica a America. Pero se ha sostenido que la Cannabis sativa, especie del mismo género existe en la flora mexicana.
Las investigaciones etnográficas han resaltado la existencia en la costa del Golfo de México de Canavalia marítima (frijol de playa) y la Sida cordifolia o malva, Aunque en relación a los psicotrópicos en general, el escritor José Agustín afirma que: «los indios mexicanos, de sur a norte, conocen estas sustancias desde tiempos inmemoriales […] y por supuesto disponen de un conocimiento sumamente sofisticado que les permite saber cómo usarlas y en qué dosificación, y así disponen de una impresionante gama de posibilidades rituales, religiosas, curativas y adivinatorias»

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